La muerte de Peret, hace unas semanas, me ha hecho pensar mucho en lo complejo que es definir la identidad de una persona o de un país. Catalán universal, Peret se aleja bastante de lo que algunos entienden por “catalán”. Fruto del mestizaje que ha convertido Barcelona en la urbe cosmopolita que es hoy en día, Peret es a la vez catalán, español y gitano, una mezcla de identidades de la que supo extraer lo mejor para crear un estilo propio que traspasó absolutamente todas las fronteras.

Borriquito

 

Corren sin embargo malos tiempos para aquellos que, como quien escribe esta nota, tienen que lidiar con múltiples identidades. Nacionalismos reductores pretenden imponer a los demás su visión sesgada y simplificadora de la realidad, olvidándose que en este país llamado “España” conviven desde tiempo inmemoriales pueblos y culturas muy variadas. El concepto de nación que barajan los nacionalismos, heredado del siglo XIX, ha llevado este continente a auténticas catástrofes que nunca deberíamos olvidar. Sobre las ruinas que dejaron las guerras a las que nos empujaron esos nacionalismos excluyentes nació, precisamente, la Comunidad Europea y me preocupa mucho la deriva nacionalista que experimenta este país, que no puede llevarnos a nada bueno.

España es un auténtico patchwork de culturas y de idiomas y los que pretenden desmembrar este país, cegados por sus impulsos identitarios, se olvidan que la realidad es y será siempre, en un estado democrático y respetuoso de sus minorías (o mayorías), mucho más compleja que la que ellos anhelan. Puede que algún día Cataluña o el País Vasco se conviertan en estados independientes pero… ¿ acaso cambiará la realidad de la calle ? ¿ Dejarán los cines catalanes y vascos de exhibir películas dobladas en español ? ¿ Dejará el español de resonar en los patios de las escuelas ? El país soñado por los nacionalistas es una utopía, imposible de conseguir sin sacrificar los derechos de quienes no comulgan con sus ideas.  Al obligarnos a escoger una lengua y una cultura en detrimento de las demás, los nacionalistas solo consiguen empobrecernos a todos.

Me llamo Adrián, nací en Suiza y el idioma que mejor hablo es el francés. Hablo español con un extraño acento pero, a pesar de ello, me siento profundamente español. Tal vez porque, al contrario que una gran mayoría de españoles, tuve que luchar todos los días de mi vida para no olvidar el idioma de mis padres. Me siento español, pero también me siento un poco gallego, por ser originaria la familia de mi abuelo materno de la provincia de Lugo y haber heredado de un segundo apellido típicamente gallego (Quiroga). Para más inri, el idioma que hablo en casa es el portugués, por estar casado con una brasileña. ¿ Quien soy yo ? Dividido entre múltiples identidades que asumo, ¿ porqué habría yo de renunciar a ninguna de ellas por seguir el credo de unos locos intolerantes ? Los nacionalismos (incluido el español) son un fraude y un peligro y me da mucho miedo que por culpa de ellos, algún día yo o mi familia tengamos que buscarnos otro lugar en el que vivir en paz sin que nadie nos mire de reojo…